domingo, 31 de mayo de 2009

Nostalgia y emoción acompañaron al estreno del "El Rozariazo"








El miércoles 20 se proyectó por primera vez el trabajo de Carlos López, camarógrafo de la ciudad que durante cinco años recopiló testimonios y archivos inéditos sobre las manifestaciones de 1969.

Mayo de 1969. Las llamas francesas que se habían encendido un año atrás viajan hacia el sur de la América del Sur. Los sindicatos y los estudiantes universitarios, firmes en sus banderas, tomaron por las astas la “gobernabilidad” de la dictadura de Juan Carlos Onganía e hicieron oír sus gritos por las calles de las ciudades más importantes del país.
Tucumán y Córdoba fueron las precursoras, pero cuando la protesta llegó a Corrientes, la manifestación se convirtió en tragedia ya que la policía de Onganía mató al estudiante Juan José Cabral.
Rosario tomó la posta en el repudio al asesinato de Cabral. La Universidad Nacional de Rosario suspendió sus actividades durante tres días y cientos de estudiantes marcharon por las céntricas calles de la ciudad.
La represión policial no se hizo esperar y bajo las balas del oficial inspector Juan Agustín Lezcano, murió Adolfo Bello, un estudiante de Ciencias Económicas de 22 años.
Unidos en el reclamo, estudiantes y obreros nucleados en la CGT se mantenían, estoicos, en las calles rodeando una olla popular que los cobijaba. Pero, las manifestaciones cobrarían cada vez más intensidad en los días siguientes.
El
21 de mayo, más de 4.000 personas participaron de una nueva marcha de protesta. Cuando iniciaron la movilización fueron reprimidos con gases lacrimógenos y fuerza física por la policía. Durante horas, la policía intentó contener a los manifestantes, pero finalmente debió retirarse. No obstante, un balazo policial abatió al obrero y estudiante Luis Norberto Blanco, de 15 años.

Mayo de 2009. Más de 600 personas colmaron las instalaciones del auditorio Príncipe de Asturias para ver el estreno del documental “El Rosariazo” del realizador local, Charly López. Y una importante cantidad de público con entradas en la mano resultó perjudicada por lo que los flojos organizadores del evento (la revista Rosario Express) se vieron obligados a exhibir, también, el documental en el túnel 4 del Centro Cultural. No obstante, se anunció que, “próximamente”, la película se volverá a proyectar aunque sin fecha confirmada aún.
Más de 40 testimonios integran el trabajo, de 90 minutos de duración. Lo completan recreaciones y un archivo fílmico y fotográfico inédito. Aunque, según López, “se puede alargar mucho más”. Es una historia, testimonial, contada desde adentro por sus mentores y analizada, desde afuera, por periodistas y escritores de la ciudad y del país. Lo que se estrenó fue una primera parte ya que en septiembre, con una cuota de ficción, se exhibirá el trabajo finalizado.
Es parte viva de la historia de Rosario. Cinco años atrás, cuando surgió la idea de realizar el documental, López y sus co - equipers no imaginaban las derivaciones que atravesarían con el trabajo. Para concretar el documental, el director tuvo que sacar un crédito bancario. Meses después, debió sacar otros “cuatro o cinco más” para pagar los primeros. Asimismo, desde el Centro Audiovisual Rosario cooperaron con los trámites “burocráticos” para los cortes de calles y el aporte de dinero para la estructura técnica necesaria.Actualmente, López es camarógrafo de Somos Rosario, ex canal 6. Trabaja en su función desde 1984 y tiene bien en claro que “para tener un documental digno, con un buen trabajo de campo, necesitas entre dos y tres años. Todo un año a las entrevistas y los contactos, a comprobar fechas con las entrevistas y los libros, y de ahí van surgiendo ideas, va madurando todo y cuando te das cuenta llegaste a los tres o cuatros años”.
Ante la pregunta de qué fue lo que lo motivó a recrear el Rosariazo, el director, dejando entrever un dejo de nostalgia, es más que elocuente. “En esa época discutían de política, leían, tenían su postura, había un debate político interesante. Hoy todo se cuestiona pero nadie profundiza la realidad”. Y agrega que, por aquellos años, existía “un compromiso conmovedor de amplias capas de jóvenes que se negaban a aceptar en silencio las propuestas de la sociedad de consumo”.
Aunque más no sea por escasos 90 minutos, el aura de esos jóvenes idealistas y honestos obreros bajó cerca del Paraná y se quedó perplejo en las miradas de todos los que aplaudieron sin cesar al final de la proyección. Y, seguramente, se quedó un rato más en la memoria de todos aquellos que participaron de las manifestaciones. Con la añoranza del sueño inconcluso, pero con la calma alegría de observar a muchos jóvenes queriendo conocer una parte de la historia de la ciudad.

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